"Con la lectura uno es capaz de cambiar totalmente su existencia y, en consecuencia, la de quienes le rodean". Juan José Millás (2001), Articuentos, p.285

30 de mayo de 2011

In memoriam

Margo Dydek, techo del básquet femenino

La polaca, de 2,18 metros, jugó en Getafe y en Valencia

J. MORENILLA 28/05/2011

Margo Dydek (1974, Varsovia, Polonia) siempre sufrió las miradas de la gente como si fuera un bicho raro. Eran más bien miradas de sorpresa al toparse con una mujer de 2,18 metros, una estatura que le otorgaba la condición de baloncestista más alta del mundo. Ella, sin embargo, estaba más que acostumbrada, puesto que con 12 años ya medía 1,80 metros, para asombro de sus compañeros de colegio, e intentaba tomarse el asunto con cierta filosofía. Y, por qué no, aprovechar sus ventajas, como gozar de alguna bula por parte de la policía o gozar de la simpatía del camarero, que le servía una ración mayor por el mismo precio.

Dydek jugó en España en el Pool Getafe y en el Ros Casares Valencia durante la pasada década. En ambos clubes ganó la Liga y la Copa femeninas, y se quedó a un paso de la Euroliga. Había llegado a la Liga española con galones de estrella. Dydek fue elegida número uno del draft de la NBA femenina por Utah en 1998. En esa temporada, la pívot polaca, nacida en Varsovia, promedió 12,9 puntos, 7,6 rebotes y 3,6 tapones por partido. En la NBA también se enroló en las filas de San Antonio, Connecticut y Los Ángeles. Y tenía el récord de tapones de la competición, con 877 en 323 partidos. No en vano lideró el torneo en este apartado en nueve campañas.

Dydek falleció ayer en Brisbane (Australia) después de estar en coma inducido desde el pasado 19 de mayo debido a un infarto de miocardio, según informó el Ros Casares. Estaba embarazada. Actualmente, y después de retirarse como jugadora, trabajaba como entrenadora en la Liga australiana de baloncesto.
La vida de Dydek fue una continua batalla. Ella solía contar que no por ser más alta tenía más facilidades para jugar al baloncesto o desenvolverse fuera de la cancha. "La gente piensa: 'Oh, para ti es muy fácil, estás muy cerca del aro'. No saben que algunos árbitros me decían que no me iban a pitar faltas porque las pequeñas estaban en desventaja. Me pitaban en contra sin casi moverme. Me molestaba mucho", contaba Dydek durante sus años en Valencia.

"Es normal que la gente se quede mirándome. Sé que es algo que me pasará toda la vida. Al principio se burlaban de mí, pero me propuse que no me vieran como una chica alta, sino como una jugadora de baloncesto", añadía. Su estatura le llevó a participar en el programa televisivo de Jay Leno, a ser la mejor elegida en la NBA, a que los mejores equipos se pelearan por ellos. Claro que no todo fue el baloncesto. En Valencia dejó el equipo después de su primera temporada porque, precisamente como ahora, se había quedado embarazada.

A Margo Dydek, Large Marge, como le llamaban, le encantaba conducir. Durante su juventud, en Varsovia, había ganado incluso una competición de rallies. Diseñaba su propia ropa, con la ayuda de su madre, y si no la compraba por Internet o en tiendas especiales.



19 de mayo de 2011

Manifiesto 15 de mayo

Somos personas normales y corrientes. Somos como tú: gente que se levanta por las mañanas para estudiar, para trabajar o para buscar trabajo, gente que tiene familia y amigos. Gente que trabaja duro todos los días para vivir y dar un futuro mejor a los que nos rodean. Unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías bien definidas, otros nos consideramos apolíticos… Pero todos estamos preocupados e indignados por el panorama político, económico y social que vemos a nuestro alrededor. Por la corrupción de los políticos, empresarios, banqueros… Por la indefensión del ciudadano de a pie. Esta situación nos hace daño a todos diariamente. Pero si todos nos unimos, podemos cambiarla. Es hora de ponerse en movimiento, hora de construir entre todos una sociedad mejor. Por ello sostenemos firmemente lo siguiente:

Las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas. Existen unos derechos básicos que deberían estar cubiertos en estas sociedades: derecho a la vivienda, al trabajo, a la cultura, a la salud, a la educación, a la participación política, al libre desarrollo personal, y derecho al consumo de los bienes necesarios para una vida sana y feliz. El actual funcionamiento de nuestro sistema económico y gubernamental no atiende a estas prioridades y es un obstáculo para el progreso de la humanidad. La democracia parte del pueblo (demos=pueblo; cracia=gobierno) así que el gobierno debe ser del pueblo. Sin embargo, en este país la mayor parte de la clase política ni siquiera nos escucha. Sus funciones deberían ser la de llevar nuestra voz a las instituciones, facilitando la participación política ciudadana mediante cauces directos y procurando el mayor beneficio para el grueso de la sociedad, no la de enriquecerse y medrar a nuestra costa, atendiendo tan sólo a los dictados de los grandes poderes económicos y aferrándose al poder a través de una dictadura partitocrática encabezada por las inamovibles siglas del PPSOE. El ansia y acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad, crispación e injusticia, lo cual conduce a la violencia, que rechazamos. El obsoleto y antinatural modelo económico vigente bloquea la maquinaria social en una espiral que se consume a sí misma enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza y la escasez al resto. Hasta el colapso. La voluntad y fin del sistema es la acumulación de dinero, primándola por encima de la eficacia y el bienestar de la sociedad. Despilfarrando recursos, destruyendo el planeta, generando desempleo y consumidores infelices. Los ciudadanos formamos parte del engranaje de una máquina destinada a enriquecer a una minoría que no sabe ni de nuestras necesidades. Somos anónimos, pero sin nosotros nada de esto existiría, pues nosotros movemos el mundo.
Si como sociedad aprendemos a no fiar nuestro futuro a una abstracta rentabilidad económica que nunca redunda en beneficio de la mayoría, podremos eliminar los abusos y carencias que todos sufrimos. Es necesaria una Revolución Ética. Hemos puesto el dinero por encima del Ser Humano y tenemos que ponerlo a nuestro servicio. Somos personas, no productos del mercado. No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro.

Por todo lo anterior, estoy indignado.
Creo que puedo cambiarlo.
Creo que puedo ayudar.
Sé que unidos podemos.
Sal con nosotros. Es tu derecho.

Democracia Real Ya